martes, 3 de febrero de 2015

Hablo mucho con animales



Conozco a una gaviota (o algo así) que es famosa porque vuela hacia atrás. Desde bien joven da lecciones de libertad y transgresión a sus compañeras, en la escuela "Libertad y Transgresión". Tras insistirle en varias ocasiones -pues es una señorita muy ocupada, con marido, amante e hijos- ha aceptado responder a unas preguntas para esta modesta bitácora digital.

Barcelona, 03/02/2015
- N.G (No Gaviota): Hola.
- G (Gaviota): Pululú.
- N.G: Si yo no te hablo en catalán, intenta no hablarme en pájaro. Vamos a entendernos.
- G: Vale.
- N.G: Al grano (de alpiste), no tenemos mucho tiempo. ¿Cuándo decidiste que volar hacia atrás era una buena idea?
- G: Volar hacia atrás significa volar hacia delante. Llegar a tu destino de otra forma, sin mirar lo que se avecina, sin temer el futuro. De culo, pero no necesariamente de culo. Esto lo leí en un libro. En mi caso, vuelo hacia delante, solo que tengo el cuerpo al revés. Nací con la cabeza donde las patas y las patas en el lugar de la cabeza.
- N.G: Mmm entiendo.
- G: Las alas las tengo en el centro, puedo hacer vida normal.
- N.G: Ya veo. Pero... se te conoce por volar hacia atrás.
- G: Sí. Con el paso de los años me he dado cuenta de que es mejor que te conozcan como la gaviota que vuela hacia atrás que como una gaviota con el cuerpo al revés. Así hay miles.
[Off the record:
- Es algo que no suelo contar. Este blog no lo lee nadie, ¿verdad?
- No te preocupes por eso. Y gracias.
- De nada. Gracias a ti.
]On the record:
- N.G: No te preocupes por eso. Y gracias.
- G: ¿Gracias por qué?
- N.G: Ya hemos acabado la entrevista.
- G: ¡¡Gracias a ti!!

En la escuela Libertad y Transgresión hay cabida tanto para las gaviotas que vuelan al revés como para las que nacen o crecen con el cuerpo al revés. A estas últimas les hacen pensar que simplemente vuelan hacia atrás.

Los padres de "La gaviota que vuela hacia atrás" le abandonaron siendo una cría. Desde que es famosa van a tomar café a su casa todos los domingos.

Ella ahora es feliz porque lo tiene todo.

Sus hijos van a una escuela normal a pesar de su anomalía hereditaria. La matrícula en Libertad y Transgresión es muy cara.



domingo, 6 de abril de 2014

Riesgos laborales



¿Para qué nos preguntaron qué queríamos ser de mayor? ¿Y para qué nos lo siguen preguntando?

Vaquera es lo que solía responder la chica de la media melena. [Bueno, "media melena"]
-Yo siempre quise ser pescador en pijama -se aventura a contarle un día el joven de al lado, adoptando un tono poético algo forzado.
CHICA DE LA "MEDIA MELENA": Entiendo que por la comodidad, porque te crees una persona sencilla. O porque el mar es como tu casa. O algo así. Pero vaya, que el uniforme de pescador no es muy incómodo.
EL OTRO: ¿Y tú qué sabes?
C"MM": Mi abuelo era pescador.
EL OTRO: Lo siento. (Cuando en realidad quería decir: 'Y un mentiroso también')
C"MM": Está jubilado, no muerto.

-¡Azafata! -chilla la del primer plano, que empieza a sentirse un poco ignorada.
-Cocinera.
-Travesti -se oye al fondo.
AZAFATA: Bueno, ¿y qué hacemos aquí?
COCINERA: Míranos, parece que hemos cumplido nuestros sueños.
TRAVESTI: A mí me dijeron que podría ser lo que quisiera en la vida si me esforzaba. Y me regalaron este traje.
EL OTRO: Pues llamadme loco, pero estos balcones me agobian. No se cómo voy a pescar aquí. Además, debe ser peligroso. Podríamos caernos.
C"MM": Piensa que si te caes creas puestos de trabajo.

EL OTRO se cansó de hablar, y decidió dedicarse a la vida contemplativa. Fue entonces cuando entendió que solo eran maniquíes. Siempre lo habían sido. Los sacaron de las tiendas para que no sospecharan. [Cuando los vi allí incluso pensé que se trataba de una obra de arte de estas modernas]. EL OTRO se lo contó a los demás, pero LOS DEMÁS no le mataron al saber la verdad porque eso pasa en muchas películas y en lo del Mito de la caverna de Platón no? xdxd. Así que TODOS fueron felices.

Bueno, igual todos no. Si lees esto es que la azafata, la cocinera y el travesti no fueron tan felices y me mataron. Porque ser maniquí no está mal, pero que justo a una azafata, a una cocinera y a un travesti nos toque ser personajes un tanto aburridos y bobalicones... es injusto y perjuicioso perjuiciante prejuicioso perjudicial.

domingo, 30 de marzo de 2014

Preámbulo a un silencio"



Porque se tiene conciencia de la inutilidad de tantas cosas
a veces uno se sienta tranquilamente a la sombra de un árbol
    -en verano-
y se calla.

(¿Dije tranquilamente? falso, falso:
uno se sienta inquieto haciendo extraños gestos,
pisoteando las hojas abatidas
por la furia de un otoño sombrío,
destrozando con los dedos el cartón inocente de una caja de
     fósforos,
mordiendo injustamente las uñas de esos dedos,
escupiendo en los charcos invernales,
golpeando con el puño cerrado la piel rugosa de las casas que
     permanecen indiferentes al paso de la primavera,
una primavera urbana que asoma con timidez los flecos de sus
     cabellos verdes allá arriba,
detrás del zinc oscuro de los canalones,
levemente arraigada a la materia efímera de las tejas a punto
     de ser de polvo.)

Eso es cierto, tan cierto
como que tengo un nombre con alas celestiales,
arcangélico nombre que a nada corresponde:
Ángel,
me dicen,
y yo me levanto
disciplinado y recto
con las alas mordidas
-quiero decir: las uñas-
y sonrío y me callo porque, en último extremo,
uno tiene conciencia
de la inutilidad de todas las palabras.

Ángel González

lunes, 24 de marzo de 2014

Jodido tren

Me acerco a la máquina para sacar un billete de ida, de olla jajaja.
Le temo vaya, más cuando voy con prisas. Sigue pareciéndome complicada y desconocida. Venga que no es para tanto -digo-. Hala...ya tengo el ticket.

B a j o  l a s  e s c a l e r a s  corriendo                 (postureo). 
Mierda, poca gente. He perdido el tren. No llego a tiempo.

Agacho la cabeza y empiezo a consolarme sin querer. Venga que no es para tanto. Si hubiera cogido ese tren, ¿quién sabe?, podría haberme cruzado con mi jefe en la puerta del trabajo mientras se fuma su cigarrillo. Uf, qué tenso. Quizás tendría que haber mantenido la conversación de todas las mañanas con el calvo [¿por qué calvo?] de la oficina. - Pues yo, pues mi mujer, pues mi... Aham. Siempre tiene la posesión del guión. (-).

Además, seguro que el tren iba llenísimo. Mejor así, ¿no? Más tranquilo. 

A lo mejor me hubiese tropezado al entrar. O me hubiese enamorado... ¿y qué hago yo con Violeta? [ya se me podría haber ocurrido un nombre mejor]. Si me llego a montar, ese tren hubiera descarrilado. O peor, se hubiera acercado alguien a pedirme dinero. El tipo aquel, el de todos los días, me habría rozado más de la cuenta. Es el destino, que me protege de un futuro complicado. Todo pasa por algo. Tal vez se hubiese sentado a mi lado un niño con una trompeta. 


Cuando me quise dar cuenta había perdido el siguiente tren. Mierda. 
Quién sabe cuántos.

domingo, 16 de marzo de 2014

¿La primera impresión es lo que cuenta?



























Tomé esta fotografía el 3 de septiembre de 2013, en Berlín. Lo de que sucedió en un día nublado y triste me lo salto.

Verás, digo tomé porque después la digerí. De tanto repetirme lo buena que era, de encender la cámara para verla una y otra vez. De sentirla. De entenderla. De creer entenderla, vamos. Yo pensaba que había capturado el instante en el que un pájaro escuchaba los pasos de una mujer, desatendía su manzana, levantaba la vista y se enamoraba. Un pájaro, ¡pero qué absurdo!

Tras olvidarme de ella durante un tiempo, volví a buscarla en Flickr [con lo bien que hubiera sonado en los cajones]. Al encontrarla recordé que el pájaro que había captado mi atención descansaba en aquel momento en el Holocaust-Mahnmal -un detalle-. Mmm... no tenía cara de enamorado, desde luego.

Lo dejo ahí.



Un día, mientras buscaba en internet "las mejores sartenes", topé con la fotografía de un desconocido (para mí) que también había estado en el Monumento del holocausto. No te lo vas a creer, pero posaba el mismo pájaro. No, no cuestiones que esté segura de que es el mismo. Tú ni siquiera diferencias a un chino de otro, no es mi problema... Total, el pajarillo me picó la curiosidad. Busqué en Google más fotos del lugar. Resulta que el maldito aparecía en casi todas.

Es entonces cuando decido, pasados cinco meses desde la primera visita, volver a Berlín con una excusa. Durante las primeras horas olvido la historia del pájaro que supuestamente me había llevado a la ciudad. Pero al pasar por el monumento, lo recuerdo. Una vez allí (no me preguntes cómo) consigo hablar con sus amigos. Me cuentan que a Rilto -el animal- le encanta la fruta, y cuando les enseño la foto no dan crédito. ¿Cómo es posible que, tratándose de él, dejara la manzana a medias? Tras un rato charlando, solo encontramos una respuesta lógica, y es que aquella mujer le había parecido mejor manjar. La quería devorar, sin miramientos ni sentidos figurados.

Empiezo a atar cabos. Bueno, para qué los voy a enrollar: el pájaro resulta ser la reencarnación de Hitler. Detesta a los que se pasean por allí, no suelen apreciar que el monumento a las víctimas del holocausto no se hubiera construido de no ser por él. Su mirada es más bien furiosa.

Y Rilto es Hitler al revés; si sustituyes la "e" por una "i", quitas la "H", también la primera vocal, y añades una "o".


domingo, 9 de marzo de 2014

El niño



Me presento: soy el chico de la foto.

También suelo coger el autobús de las nueve, el que va a la universidad. Mi madre se asoma a la ventana todas las mañanas con tal de que no me escape. No entiende que también puedo escaparme sentado en una silla. Oye, ¿ves la luz encendida? Bueno, pues no es ella. Esa es mi vecina la cotilla jaja

- ¿Por qué te ríes?
- No sé. Es un coñazo en verdad. Ahora resulta que madre y la vecina también se han fijado en  la chica rara de la parada . Yo antes solía mirarla descaradamente, pero con las marujas al acecho me siento intimidado [marujas suena parecido a mujeres]. Luego llego a casa y dicen que me gusta, y que a ellas no les gusta para mí. Ni su bolso crudo, ni su mono vaquero, ni su gorro verde. ¿Qué importa eso? Si solo quiero desnudarle.

Con los dedos y luego con los ojos, 
como hacen conmigo 
las que se asoman a la ventana.




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Mi nombre de verdad es Marina Guadix,o eso dicen.